Entre sabanas de seda
nuestros cuerpos se unen despacio,
mi mano dirige tu espádice
hasta esa cueva húmeda y cálida
donde agradecido se refugia.
Tiemblo en tus brazos
en un placer anhelado, deseado
y en un viaje lascivo
entre gemidos y gritos
se arquean nuestras espaldas.
Manan los pálpitos,
sacudidas y oleadas
y en un
espasmo final
nos besamos,
los fluidos surgen
y vuelve la calma.
Mathmer 2014
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