Frente al mar acaricié el silencio
como un céfiro proveniente de él,
la luz que despuntaba amarilla le bañaba,
transformándole en una cambiante
paleta de opalescentes azules.
El sol se apodero de todo a su paso,
la claridad iridiscente y pertinaz
reverberaba en el agua,
entregándose a ella
como el más ávido de los amantes.
Había una gran paz
solo percibía el murmullo
del oleaje al reventar en las rocas,
y la caricia nimia de la brisa
en esta piel famélica del abrazo
de ese azul que me espera
al final del horizonte.
Mathmer 2016
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