Fui roca del desierto
que un día percibió tu dolor
mientras reposando a su
lado
lamentabas tu suerte.
Tus lágrimas cayeron una a
una
disolviendo la resequedad
que había en mi interior
suavizando el corazón de
piedra.
Ese que hoy da paso a una
vida
símbolo del amor y la
esperanza
de ese querer mirar
más allá del horizonte.
Has retornado y admiras esa
flor
la simbiosis de tus penas y
mi sentir
y decides quedarte para
amarnos
y juntos emprender la nueva
senda,
sin tristezas ni
melancolías
con la mejor de las
sonrisas
porque ahora soy luz,
amada, dulce y hasta
bendita.
Mathmer 2012
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