Sentada en una plaza
con los ojos abiertos y sin mirar,
llegaron hasta mi
imágenes, resonancias
sensaciones de ese ayer
que hoy tanto añoro.
Sentí los gemidos del
silencio
y las horas se hicieron
siglos,
me faltaba algo…
y no podía descifrar que
era.
Sumergida en esa
encrucijada
de someterme al quiero y no
puedo,
desperté del letargo
en el preciso momento
en que un ángel
me brindo su mejor sonrisa,
extendió su mano para que
me incorporará
y me preguntó casi en
susurro
-
¿Es usted feliz?
Miré a mi alrededor,
la natura me observaba
y las flores me enseñaron
la mejor forma de
desmoronar la soledad.
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