Sólo se escuchaba
el graznido de los albatros
y el reventar de las olas,
de resto, todo era silencio,
una tensa calma
se apodera del entorno.
A lo lejos, se divisa
una barca, quizás de esperanzas,
de sueños o de utopías.
Cuánto diera, por ver tu silueta
ágil y esbelta,
con la piel curtida
por el sol y la salitre;
y poder naufragar
en tus ojos de mandala,
que tanto me han hablado
de tus pasiones y encantos.
Pero esta cruel realidad
se hace presente,
al evocarte
en esos últimos días,
esos, en que me creí única,
especial y amada.
Que irónico, tanto amor
y tanta desilusión
se han tomado de la mano
al saberte un promiscuo,
un farsante, un ser sin escrúpulos.
No he de perder mis fuerzas
en resentimientos
que amarguen mi existencia,
quiero seguir sonriéndole a la vida,
por eso, sólo he de recordar
lo mejor de ti,
lo mejor de ese amor de ayer,
que no ha tenido un final feliz.
Pero ha sido una experiencia más,
para crecer y vivir en paz,
me haré de cuenta
que fuistes una flor más en mi jardín
que no dejó semilla,
que se pudiera reproducir.
Mathmer 2015
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