Cuando sentía tu mano posada
en esa comisura de emociones
que salpicaban el alma,
te desvaneces.
Vuelven los fantasmas a azotar,
quedando sólo ese recuerdo
que naufraga entre nosotros.
Desde tu lecho me sientes,
desde mi lecho escucho,
esos versos dorados
por el fuego de tu garganta.
Sombras se apoderan
de este espacio frío, lúgubre;
distancias inescrutables
quieren imponer entre los dos.
¿Dejarás que ganen las tinieblas?
¿Permitirás a los fantasmas
apoderarse de lo hermoso vivido?
Acompáñame a luchar,
a disipar temores y presentimientos.
Di, si te espero
en la calle de la utopía
o en el jardín de la pasión
que tanto hemos cultivado.
Mathmer 2015
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