martes, 19 de mayo de 2015

NIÑOS DE LA CALLE




Cabizbajos, andan por la vida
sin sueños y honda tristeza,
con el corazón hecho trizas
y el hambre pegada a sus costillas,
robando para saciar la misma
y se aferran a quien poco los mira,
sin saber a ciencia cierta 
si esa será la salida.
La droga llega a sus manos
más fácil que el pan
y no hay quien voltee a ver
la realidad de su vida.
Niños ojitos verdes, 
marrones y hasta negritos,
de tez color del asfalto
por dormir en los rincones,
bajo el sol inclemente
o la lluvia incesante,
haciendo de cada guarida
un hogar sin mucha gente,
porque solitario anda
de afectos de los que un día
lo trajeron a este mundo
arrojándolo a la calle 
como cualquier indigente.
Unos delinquen otros trabajan
y son explotados por su inocencia.
Para los que están arriba
gobernantes y pudientes,
son simples invisibles
no importando lo que sienten,
siendo los grandes culpables
de esta realidad fehaciente,
niñas y niños perdidos
entre comunidades y leyes
que no les permiten tener 
derechos como otros seres.
Son los hijos de la calle
y nadie voltea a verles
susurrando a sus espaldas,
cuantas infamias y ofensas,
solo por el simple hecho
de no contar con sus padres
y no tener un hogar decente.

Mathmer 2015

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