La monotonía de la tarde
me remonta al terruño natal,
ese donde la gente sonríe
muy a pesar de las contrariedades
que surgen en la cotidianidad.
Cuanta añoranza de ese calor,
del sol que impregna de energía
a sus hombres y mujeres,
llevándolos a buscar el pan de cada día
curtiendo sus pieles de un tono cobrizo.
Tierra de gracia, bañada por el Mar Caribe,
abrigada por Paria y Araya;
ciudad de gente jovial y desprendida
que prodigan alegría en sus magnos carnavales.
Fisícamente distanciada
pero mi afecto y corazón siguen allá
en esa tierra hermosa donde la noche se hace día,
entre muchedumbre y cantos, en la Perimetral.
Mathmer 2012
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