En ese
sublime baile
descubrimos
que el mundo era de los dos,
sólo
habían miradas y susurros
que
invitaban al juego del amor.
Sin
testigos ni promesas,
sólo
degustando las fragancias
de
esos cuerpos que gritaban
sin
pronunciarse palabra alguna
las
ansías locas de poseerse,
de
naufragar en los torrentes
que desbordados
seducían
a los
sentidos proyectando el azul
que
tanto admiramos.
Ven!!
No dejemos de bailar
que
tus manos recorran mi espalda desnuda
mientras
mis besos sellan tus labios
sedientos
de mi esencia,
sin
dejar huella del carmín que los cubre
pero si
de la pasión que nos embarga.
Mathmer 2012
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