Una sonrisa que llega sin pedirla,
un beso robado,
una caricia inesperada
son detalles que alegran
la existencia misma.
Cuanta felicidad genera
mirar esos labios impregnados de afecto,
no hay necesidad de emitir palabra,
ya que por sí solos alteran los sentidos.
Hay un algo en el espacio
que trae esa fragancia,
esa esencia anhelada
que mitiga las penas
y aviva las pasiones.
No hay soledad,
esa compañía ausente
se vive, se siente,
como esos besos
dulces y tiernos,
vehementes y voraces.
Mathmer 2015
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